Los retos del servicio público no son solo físicos. El estrés, los turnos largos y la exposición al trauma desgastan la salud mental. Sorprendentemente, algo tan simple como el uniforme puede sumar al peso o aliviarlo.
Cuando la ropa restringe, sofoca o resulta incómoda, se convierte en fuente diaria de frustración. Estudios en policía y bomberos muestran que el mal ajuste y la falta de diseño ergonómico contribuyen al dolor musculoesquelético, la fatiga y la irritabilidad —todo lo cual empeora el estrés.
Por otro lado, uniformes que permiten moverse libremente, regulan la temperatura y reducen el peso liberan la mente para enfocarse en la misión. La comodidad no es lujo; es parte de la resiliencia psicológica. Cada mejora en diseño, tela o ajuste apoya la resistencia mental necesaria para servir día tras día. Honrar a los servidores públicos también es proteger su bienestar —cuerpo y mente.





